Yácatas de Uriangato
Año 2 No 2 . II/2010
Revista virtual independiente de información y muestra de las manifestaciones culturales de la ciudad de Uriangato, Gto, Méx.
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Editorial:
Romper arquetipos.
Recientemente se ha vuelto un lugar común la frase: “romper arquetipos.” A mi entender, un arquetipo es el ritmo cotidiano de la existencia, es decir, vivir en una sociedad previamente planificada donde las reglas morales y sociales son ineludibles; el vestir, comer, dormir, hablar, trabajar, pensar, conforman una manera de existencia como si viviéramos dentro de un carril sin posibilidad de abrir nuevos caminos, ni nuevos conceptos e ideologías de existencia.
Pero, ¿cómo romper? ¿cómo cambiar la estructura tan dificultosamente formada precisamente por rotura de arquetipos? Curiosamente, la mayoría de intentos de vanguardia, se basan en la “descomposición.” No es un camino nuevo, no se voltea hacia lados inexplorados sino que se trata de, destruir los existentes, en una falsa convicción de que se transita en “vanguardia.” Tal vez lo que verdaderamente se busca no es romper arquetipos sino, la correspondencia como vínculo más allá de formulismos teóricos y no teóricos. Lo que busca el “ser” es corresponderse en su sustancia, su “yo”; en su independencia o en el complejo concepto de libertad.
Entenderse de una manera total desde la más pequeña parte de la célula hasta los más altos niveles de espiritualidad. Para nadie es un secreto la plurivalencia de los significados, se da más comúnmente en la poesía, dado que el poeta utiliza otras formas de comunicación como: la intuición o el subconsciente, entre otras, pero también se da en toda manifestación de arte, incluso se manifiesta en toda comunicación del ser humano. La plurivalencia tal vez sea parte de una comunicación incompleta, cuyo valor de correspondencia depende de la capacidad de entendimiento y de la semejanza existencial y cognoscente de ambos individuos. Podría ser que la finalidad de la comunicación sea, entrar en un ritmo, algo que quizá todos llevamos de origen, y no me refiero al ritmo de escritura ni de pensamiento ya que estos están regidos por manifestaciones vitales y finitas. Me refiero, a un ritmo cósmico de integración, un compartir la sensación de existencia de una forma plena, sin desconocimiento de nada y sin limites de ninguna especie.
Romper arquetipos como una forma de acercamiento a la plenitud sería lo deseable. Destruir caminos ya existentes y construir con esas mismas ruinas otros caminos, es sólo un intento débil de comunicación y un deseo de encontrar la tan anhelada correspondencia.
J.F.M.M.
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"Tomás Chávez Morado, Escultor"
El artista plástico guanajuatense realizó 260 cabezas de águila vaciadas en concreto que marcan la Ruta de la Independencia,
Tomás Chávez Morado nació en Silao, Guanajuato, el 29 de diciembre de 1914 y falleció en la capital del estado el 22 de diciembre del 2001.
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Poesía
Haití
Viento que golpeas y acaricias,
que cantas o aúllas;
ven a mi;
toca mi puerta de encino viejo,
arrastra mi voz fuera del calendario.
Háblame ,
con la voz de los muertos
con el ruido de los que sufren y de los desamparados.
Grítame que soy indefenso,
que soy inútil ante la desgracia,
que, huesos al fin, no reúno la fortaleza necesaria
para una isla que llora los espasmos de la Tierra.
Ven , El río lleva las hojas grises,
los retablos suspendidos,
cobíjame que tengo frío,
el sol esta ocupado levantando precipicios.
Viento,
Sé juez y parte,
conduce los pasos hacia sì mismos
deja que el polvo sea precursor de la lluvia
y que tu rostro humedecido de serpientes
reúna las agujas que flotan
en el cielo azul.
Arturo.
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La voz queda
Hoy,
el miedo ha bajado sus rumbos
ha dejado sus escaleras
para vivir en mi.
Han volado las rosas en la bruma del silencio
porque no había nada que decir
y la noche era un par de grillos
que olvidaron completa la palabra.
Camino despacio con mi rostro mojado
en una agua abandonada
donde el cielo se enternece en su recuerdo
y donde la voz
es un pedazo de viento naufragando en el mar.
He buscado la razón de la existencia
el grito abierto y la música que suena a lluvia
pero he encontrado la noche,
y la luna es un barco ebrio
que dejó olvidado su aliento.
¿Hay un viento solo de la noche?
¿O los grumos oscuros de la sombra
visten acaso al viento?
Cada noche escucho al ruido del mar
llamando,
pero es el foco
el que alumbra apagado la esperanza,
en la búsqueda
de la Eternidad.
José Francisco.
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