“Riachuelo”
por: José Francisco Moreno
El verso cortado, encabalgado, la forma, el fondo; las estrofas como parte de una frágil estructura, cuya elevación y caída o viceversa, encuentran a veces, la perfecta sincronía con el lector.
Luego viene el bagaje cultural del escritor; bastante generoso en Ramón Sacristán, cuyo espacio es tiempo y el tiempo es vida.
En su libro “Riachuelo”, la vida es tiempo que corre sin prisa, es aire, soplo; es la hoja que cae plúmbaga, sin alejarse tanto del árbol de su procedencia. Ramón, habla del existencialismo con particular crudeza, pero también con ese toque mágico que da el romanticismo. Desde su visión clásica, habla de ti, de mí; pero sobre todo, habla del ser que le dio la vida y de la vida de ese ser.
La visión que tiene del tiempo es líquida, agua que corre río abajo hasta llegar al mar y es en ese camino, en ese espacio que se agota; cuando la vivencia trasciende a sueño, a misticismo e intuición; y el poeta canta:
“Una vez en tu vientre mi universo
te acaricia en reposo, me consientes
mientras prosigues, en el viaje, floto
hasta quedar dormido, te previenes.
Lecho insondable, si lo invocas, manda
inaudito mensaje sin palabras
como la lluvia hasta tu piel quemada.”
Y el sueño se hace vida y la vida es un sueño, pero el agua corre siempre hacia abajo, hacia el final o el principio, entre abrojos y calmas apacibles, y es dolor la existencia; duele amar, esperar, golpear la incertidumbre a bofetadas, duele, la soledad. como nombre o condición, Ramón Sacristán se duele a sí mismo y a su madre, y en su dolor exclama:
“El rumbo se perdió. En sus regiones
Tan ciertas como frágiles mentiras
Intentaron reunir tus sinsabores.
Esperaste el destino en los deberes.
De la pena a la duda, remendaste
La vida manca, repartida en lotes
Donde abonaste soledad, tu nombre.”
La muerte; ese inesperado misterio, ese dolor que sube desde el fondo de la tierra y trasciende en silencio, en oscuridad o luz, ese marchar de un cuerpo material amado y aceptado y a veces incomprendido.
Ramón Sacristán, baja a sus linderos, la siente, la toma como propia en el cuerpo de su madre,
y es ciego su coraje ante lo ya inevitable, solo acierta decir:
“La noche te arrulló, mimosa
niña, tu cuerpo en el camino inverso
la noche, igual la madrugada
flotaron sin apoyo.
¡Inútil hospital, resumidero
de mil quinientas lacras!
Donde asiste la muerte con descuido
la miseria de cofia blanca.
Es suficiente con cerrar la válvula.
Acaso una mortaja, o su recuerdo.”
Y las sombras jugaron con los cuerpos, y bajaron los bosques de la noche, hasta cubrirlo todo
fue incapaz el viento de brindar consuelo. Con el miedo bajo la piel, habla la voz del poeta:
“Se desataron las furias.
Hace viento, mucho viento.
Es la calle, la selva.
Son almas, desiertos quemados por el hielo.
Por favor, cierra la puerta
y las ventanas, también
que nada mueva la paz de la casa
con oleajes humeantes de tinieblas
ni desgarren feroces remolinos
los secretos manantiales del amor.”
Después, la vida sigue, y es consuelo el aire, la risa, y el intento vano de perpetuidad.
Solo queda la esperanza, y en sublimes palabras, Ramón Sacristán canta:
“Forma un edredón con tus sueños de niña.
Haz una cruz con las tumbas del ayer.
La tempestad no cantará sus miserias
Por el celeste rumbo de tus pasos.
¡Ven, ven y duerme para tiempos mejores!
¡Por piedad, ayúdame a cerrar los ojos
antes que nos venza el invierno! ¡Maria!”
Ramón Sacristán: hermano de viento, en tus obras, tus ojos miran y tus palabras hablan;
tu muerte inesperada, causó revuelo de palomas ciegas, tormentas de luz en tus palabras.
descansa en paz, amigo.
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Sobre el ensayo:
Filosofía de la composición de Edgar Allan Poe y su poema:
El cuervo.
Por: José Francisco.
Aunque mucho de lo que dice Edgar Allan Poe en su obra: psicología de la composición, se integra fácilmente a lo que considero de lógica causalidad desde el punto
de vista de una cultura e interpretación vasta y concisa. Difiero sin embargo, en la negativa de la inspiración o “intuición extática”que ya se demuestra en lo más concreto
de su poema El cuervo. Creo que antes de, cuando todavía no existía ninguna idea o estructura, ningún plan o necesidad “ per se” u motivo; ya tenia, en algún lugar de su mente conciente o inconsciente o quizá de su alma; la intuición que él llama extática y sólo hacia falta un medio, en este caso también el afán de la perfecta estructura para tomar forma.
Edgar Allan Poe, argumenta ser dueño de un dominio casi total de la técnica en sentido literario. De acuerdo a su metodología se comprende un amplio camino recorrido sobre todo en lo que concierne a la versificación; además de un conocimiento profundo de la psicología y el comportamiento humano. Dominio que le permite, incluso proponer nuevos órdenes de ritmo, así como diversas combinaciones de métrica; a lo cual él, alude tener posibilidades infinitas.
Sin embargo, concede a la técnica el mayor mérito y aunque importante a su manera personal, ha de tomarse en cuenta, el momento en el cual la inspiración entra en pleno manifiesto; no de las ideas lógicas y planeadas; sino de las consideraciones que se suceden, por ejemplo al tratar de entender en la frase “Nunca Más”, respuestas más allá de lo racional; degustando además un deseo de afrontar lo ya sufrido e irónicamente sabido; siguiendo una necesidad un tanto generalizada de sufrimiento masoquista, detalles que considero no personales.
Cabe destacar la importancia que da a la cultura tradicional; costumbres y supersticiones, si bien se vale – en este caso- de la mala fama concedida al cuervo sin la cual no sería tan impactante su respuesta.
También argumenta conocer detalladamente los efectos que causan la exaltación o elevación del alma, así como la belleza desde su modo más puro divino y profundo, hasta el grado máximo de expresión .
Personalmente creo; que Edgar Allan Poe, me muestra una cara diferente en cuanto a lo que concibo por filosofía de la composición, desnuda mi entorno y me muestra mi abundante ausencia de conocimiento; vengo a darme cuenta, que todos los aspectos son tan importantes como valiosos, para el interés de la creación poética, desde la más pura postura intelectual, incluyendo todos los niveles de conocimiento; así sean físicos, químicos, matemáticos o incluso religiosos, ya sea en pro o en contra.
Hasta los momentos más íntimos, puros y propios. Instantes de inspiración.
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Tu piel.
Tu piel,
es como un pájaro
cantando en la enramada,
un silencio que agoniza
en mis labios
y que dice más
que mil caricias.
Tu piel,
no es la esencia de tu cuerpo
ni el aire es sostén del cielo.
Ambos son barreras del pensamiento,
vanas ilusiones
mortales y pasajeras.
Tu cuerpo es tierra; lluvia,
relámpagos descalzos
que recorren al mundo
sin hacer ruido.
Tu piel soy yo
y dejaré de serlo
cuando cambie el Universo.
Sotero.